Tokio.- CUALQUIERA olvida algo en la guantera de un automóvil, incluso una historia. Pero no sucederá con la entrevista “concedida” al taxista que me condujo la noche del viernes al hotel en que se aloja la prensa escrita cubana acreditada para los Juegos de la XXXII Olimpiada.

Sí, una entrevista; y sí, fue concedida por la fuerza de las buenas costumbres durante un trayecto de unos 20 minutos por avenidas de esta fastuosa ciudad.

Resulta que el taxista, de quien me perdonarán no tener el nombre, mostró su intención de conversar desde que partimos de la terminal de medios hacia el Wing International Kourakuen, ubicado muy cerca del conocido Tokyo Dome, donde nuestro beisbol se ha mostrado más de una vez.

Casi 40 horas después de haber partido de La Habana, en una suerte de “inglés al japonés”, mi chofer preguntó lo que quiso y supo lo que pudo, pues mi “inglés al español” no da para más.

En todo eso se me escaparon, seguramente, imágenes increíbles de un Tokio iluminado y vivo bien entrada la noche.

Aquí les dejo la esencia de una conversación curiosa, por más natural que parezca…

¿De dónde viene?

De Cuba.

Ahhh… ¿Pelotero?

No, no, periodista. 

¿Desea ir a comer?  

No, gracias. Estaremos en cuarentena durante 14 días.

Ese de ahí es un buen restaurante y no muy caro…

Gracias.

¿Primera vez en Tokio?

Sí, sí.

Entonces observe: estamos en Akihabara… (bullicioso núcleo comercial, famoso por sus tiendas de electrónica)

Gracias, es famoso…

Puede comprarse un robot si desea… (risas)

Me imagino… (risas)

¿Qué opina de estos Juegos Olímpicos?

Bueno… Ustedes se merecen realizarlos después de tanto esfuerzo, y los atletas también, pero entiendo les preocupe mucho por la covid-19.

No habría sido mejor posponerlos otro año más…

Imagino que no. Esto cuesta mucho dinero. En verdad hay que darlos y ya.

¿En Cuba hay covid-19?

Sí, más ahora, pero descuide… Acabo de dar negativo y estoy vacunado con Soberana.

¿Soberana?

Sí, una vacuna cubana.

Ahh… Acá es con la Moderna.

Qué bien…

Mire, ese es el Tokyo Dome…

Inmenso, ahí Cuba ha jugado varias veces. Ya estamos llegando al hotel…

Sí, está al fondo de esa calle. Casi llegamos…

Gracias.

Tome su recibo y enseguida bajamos los maletines…

Gracias otra vez y cuídese…

Volvió al volante y se marchó. Horas después comprendí lo revelador de tan sencillo diálogo.